Bienvenido yo, la televisión como arma de destrucción.
por Hugo Del Portal
A veces, raras veces, alguien decide servirse un parto de los montes, pone las vísceras sobre la mesa y da a luz un guión -que si bien no llega a sumar a la perfección del séptimo arte- cumple con dar a luz la expresión de un sentimiento que se parece mucho al de la ansiedad por confusión.
Elliot Laurence ha sacado de la manga una historia que puede poner los pelos de punta:
Una bipolar -con todas las particularidades a flor de piel- gana la lotería por 86 millones de dolares y decide en hacer un talk show de su propia vida.
Compra tiempo en una televisara mas dedicada a los infomerciales "New Vibrance" y mimada por los comerciantes y fenicios dueños del medio, realiza un programa (queriendo parecerse a Oprah) digno de la locura de la sociedad moderna.
Desde la exposición de sus vida y sus traumas, usa el programa para difamar, castrar perros, presentar sus problemas de manera tan cruda que incluso llega a tener el éxito de conseguir auspiciadores.
La película es la muestra del derrape sucesivo de la conducta humana, la idea del mono con metralleta, las grandes altas y las mucho mas grandes bajas del ser humano en los bordes del abismo.
Quienes convenimos con esta realidad, sabemos que por ahí andamos, desde la demostración permanente en los programas de espectáculos de la puerilidad en los romances y la observación pacata de los días grises de anónimos sin neuronas elevados -por ausencia de modelos en una sociedad vacía- en representantes de nuestras filias y fobias.
El personaje de la película esta exonerado.
Ella es una paciente psiquiátrica que decide dejar el tratamiento médico y ante la ausencia de contención porque la orate se pirra en sus padres, amigos y hasta en su analista, se excede y se hace hasta despótica (como una diva susceptible) para dibujarnos el uso y abuso de los medios de comunicación comerciales. ¿Se imaginan el cerro de anormales que debe haber por acá?
New Vibrance dirigido por dos hermanos de diferente temple nos hace recordar un poco al RBC, el canal de accionariado difundido del hermanón en donde se habla estupideces todo el día.
Desde remedios para la próstata hasta concursos de pobre producción cuando no de charlas de café muy al estilo de los limites de su dueño.
Imagino al criollazo de Belmont diciendo Welcome to me.
Al tener una chequera gruesa los de New Vibrance le arrancan quince millones de dolares por 100 espacios de dos horas, que incluyen producción, dirección, y el hartazgo de los asistentes ante los desvaríos y exigencias de la nueva conductora. La visión de lo artístico en este lado toma notas de la burla del guionista.
Llegar al set en un cisne de madera, cocinar y comer en cámaras tomándose todo el tiempo posible. Difamar con exceso a quienes en algún momento de su vida tuvieron algún problema con ella, resulta en varios juicios contra la estación e incluso en la escena televisada (sin querer) interna de la intervención de Rich (el problema de la situación de la estación) emitido al aire por omisión, o por dejadez de quienes están en el control maestro, y que terminan por hacer mas real el espectáculo de la exposición descalabrada, de la responsabilidad real de todo el entuerto.
Aunque la reivindicación nunca llega, el hecho de dejar la cámara de filmación encendida mientras se duerme a obscuras, nos indica la necesidad irremplazable de seguir, de estar siempre en el juego.
Magnifica actuación de ésta joven actriz de quien pido tomen el nombre: Kristen Wigg, ya que esta es una de sus muchas apariciones de los últimos tiempos.
Y la verdad es que realiza una actuación de buena perfomance y gran registro.
Soy un convencido de la necesidad del libre albedrío en el desarrollo de la conciencia, no creo que la televisión basura no pueda ser vencida desde profundizar el sentido común en ella.
(Confieso que en zapping a veces me detengo a observar programas idiotas porque por ahí hay alguna dama atractiva o sensual, lo que varía, a mi gusto, desde que rica esta la tía Rebeca Escribens y me gustaba desde gordita Johana San Miguel hasta la inocencia en conflicto de Melissa Loza y la tozudez verborreica y maniática de Gisela Valcarcel.
Premian la vista solo por un rato. Sus programas no sirven de nada útil. Y son evitables.
El control remoto esta en mi mano, apago la televisión y empiezo la re-lectura de las entrevistas que le hicieron a Julio Ramón Ribeyro, y por difícil que parezca soy sutilmente feliz.
Vean Welcome to me y discútanla en casa con la familia y/o los amigos.
Civilización del espectáculo escribió una de sus mas jugosas victimas propiciatorias.
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