Me gustaban las películas de Tarantino.
Es más, su guión de Asesinos por naturaleza me parece genial.
En sus trabajos, Quentin se cuido siempre de crear unos diálogos
y monólogos inolvidables.
Como el de los delincuentes en la cafetería en Reservoirs Dogs, o el de Vincent
Vega y Julius Winfield en Pulp Fiction (inteligentemente re-estrenada hace poco
en Lima)
Amén del juego de superponer escenas sin tiempo lineal y que
al final se manifiesten en un gran desenlace
muy al gusto del autor realmente creativo.
Decían que todo esto provenía de diálogos que Tarantino escuchaba
en cafeterías en donde paraban camioneros. Quizás, ahora ya más famoso, le es
imposible volver a estas prácticas.
En consecuencia, sin el juego de las escenas y sin los diálogos, Quentin ha terminado por parecer un Robert Rodriguez más estilizado, con mejor
fotografía y presupuesto y menos chambón.
Yo ya vi Django desencadenado y no he podido rastrear al Tarantino
de antes.
Hasta el gag
fetichista ha sido olvidado. Ese sello de Tarantino, confeso amante del pie
femenino.
Una serie de balazos, bombazos(recomendamos a los asistentes
al cine se coloquen lejos de los parlantes del sistema de audio) y chorros de sangre, como baldes de agua en
carnavales, en una trama simple de cazarecompensas y exclavos, igual que en una
cinta común y corriente de este tipo.
Coronan la película las estupendas actuaciones de Waltz y de
DiCaprio, mas no así de Jamie Foxx (coppycat por genética que gano un Oscar imitando con
solvencia a Ray Charles) y que en esta película es una rancia imitación del
mejor tiempo de malo de Samuel Jackson. Inolvidable siempre, ya sea como
Winfield o como el traficante de armas y consumidor de desarmadores, Ordell de Jackie Brown.
La película cumple,
divierte, pero no tiene el sello que identifica el gran e innegable talento
tarantiniano. Ese que le ha generado una verdadera legión de seguidores.
El mejor dialogo que podrán encontrar es el de Big Daddy (bien el viejo Don Jhonson) con
los miembros del Ku-Kux-Klan en la discusión de las bolsas para cubrirse el
rostro y un monologo de Dicaprio analizando una calavera de un antiguo exclavo
de nombre Ben, mostrando unas características fisicas: las hendiduras de la
sumisión, les llama.
Hay un buen elenco y nos preguntamos si no hay ironía o crítica
política en este discurso, cuando en Estados Unidos gobierna un caballero que
es mitad negro.
Creemos en Quentin y esperamos su regreso. Su talento merece
mejores cintas.
Le doy 2 likes desde mi butaca de pirata cojo
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