Nicolas Cage
es un gran actor, qué duda cabe, (ganó el Oscar principal por Leaving Las
Vegas, en donde demuestra su talento actoral representando un escritor borracho
en las últimas etapas del alcoholismo).
Ha hecho
muchas buenas películas y no deja de llamarnos la atención, que en los últimos
tiempos trabaje de lo que sea o lo que le pongan en oferta.
Suponemos
que en la crisis financiera tenía su dinero jugado con algún tipo a lo Bernie Maddox
y se fue a la quiebra y que eso lo obliga ahora a aceptar cualquier papel que
le pongan en frente.
Algo así
debe haber sucedido con este remake de la muy famosa cinta “el vengador anónimo”
que Charles Bronson llevó al paroxismo de
las varias secuelas.
El tema es
simple, unos pandilleros (entre los que se reconoce un Jeff Godblum, bastante
joven) irrumpen en su casa, violan a su esposa (Hope Lange) y a su hija,
muriendo la primera, mientras que la segunda queda afectada psicológicamente como
para morir en la secuela siguiente casi de la misma manera irracional.
Bronson es
Paul Kirsey, quien fue objetor de conciencia en el ejército, y es un arquitecto
de éxito, que decide vengarse de toda la delincuencia convirtiéndose en un
vigilante asesino.
Es
impresionante que darnos cuenta que ajenos estábamos al contrabando ideológico
de los años setenta, porque mientras Bronson se despachaba delincuentes,
nosotros aplaudíamos, riéndonos, no entendiendo que nos vendían la idea, de
tomar la justicia entre las manos. Política natural de los yanquis hegemonistas
en todo el planeta.
Descubierto
por la policía, esta no desea convertirlo en un héroe y lo envían a otra ciudad
en donde proseguirá con las ejecuciones.
La nueva
versión es similar. Le violan la mujer a Will Gerard (Cage) un tranquilo
profesor y en la sala de emergencia se le presenta un tipo extraño (ese buen actor
que sabe ser Guy Pearce, quien le ofrece venganza a cambio de un favor sin
importancia (entregar un paquete, seguir a alguien) con tan solo rercibir la llamada
de una clave: el conejo saltó.
Efectivamente
el violador es muerto. Y de repente la exigencia del pago de semejante favor se
torna en un asesinato y toda una intriga de vigilantes conectados a través del
chantaje. Acción bastante ramplona.
Aunque los
actores cumplen la medianía de los roles y la historia y acción suenan tan
trilladas como flojas, el mensaje final sigue siendo poco esperanzador, así
todos lo sepan, no pasara nada porque todos estamos implicados, por acción u omisión
en el sistema.
Lo que
revela la inmoral e inmortal idiosincrasia del matón americano que se coloca al
margen de la ley siendo la misma ley y prevaleciendo el uso de la fuerza y la
ley de la selva.
Ya ni
siquiera el ojo por ojo, esto es UNA FORMA de simplificación ADMINISTRATIVA
JUDICIAL absoluta.
No vale ni
los dos mangos que me costó.
Desde esta
butaca de pirata cojo, le bajo el pulgar, deseándole suerte a Cage, en su urgente
recuperación económica.
Mejores personajes,
Nicolas, busca mejores.
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